“La escultura es mi diario”
- Untable Magazine
- 23 jun
- 3 Min. de lectura
Patricia Restuccia explora en su obra un universo donde la materia se convierte en lenguaje y el corazón late en cada textura. A través de sus esculturas y pinturas, la artista despliega una conversación íntima entre sus emociones más profundas y la memoria del tiempo, rescatando la vulnerabilidad y la resiliencia que habitan en lo cotidiano. En esta entrevista, Patricia nos invita a mirar más allá de las formas y a sentir el pulso de una búsqueda espiritual que se manifiesta en cada fragmento, cada grieta y cada llave que abre la puerta a nuestra propia libertad emocional.

UM: ¿Cómo nació Latidos? ¿Hubo una imagen, una experiencia o una necesidad interna que marcó el inicio de esta serie?
— Siempre fui muy emotiva, y vivo todo con mucha intensidad. Esa característica me conecta profundamente con el corazón, ese órgano que representa nuestro sentir. Desde que era estudiante de artes visuales, el corazón estuvo presente en mis obras, pero fue en esa época cuando esculpí por primera vez esta forma.
UM: La serie Latidos se aleja del ícono gráfico del corazón que solemos asociar con el amor romántico para explorar su forma real. ¿Qué significó para vos trabajar con esa morfología? ¿Cómo dialoga con las emociones que buscás representar?
— Trabajar con la forma real del corazón me permitió ir más allá del símbolo dulce y convencional. El corazón es un órgano complejo, con texturas y materiales que expresan fragilidad y fuerza a la vez. Eso conecta con la diversidad emocional que busco representar, más cruda y auténtica.
UM: La superficie de tus esculturas está cargada de materia, relieves y texturas que parecen querer decir tanto como la forma en sí. ¿Qué papel juegan las texturas en Latidos? ¿Cómo vinculás lo matérico con lo emocional?
— Me interesa crear contrastes entre materiales y texturas para generar experiencias sensoriales. Por ejemplo, uso pequeños fragmentos de vidrio laminado, producto de la rotura de parabrisas, que simbolizan la resiliencia. Las texturas en mis esculturas funcionan como metáforas visuales de estados emocionales complejos, donde lo áspero o lo liso no son solo físicos sino afectivos.

UM: Mencionaste que te encantan los objetos oxidados y los colores que el paso del tiempo produce sobre ellos. ¿Qué te atrae de ese proceso? ¿Cómo lo trasladás al plano simbólico dentro de esta serie?
— El desgaste y la oxidación reflejan el paso del tiempo y las marcas que dejan las experiencias. Me atrae esa transformación natural porque simboliza la evolución y la historia que cada corazón lleva dentro, con sus cicatrices y aprendizajes.
UM: Cada escultura en Latidos representa un estado emocional distinto. ¿Cómo definís qué materiales o tratamientos usar en cada una?
— Cada obra es una metáfora visual, gestada a partir de sucesos, sentimientos y emociones muy fuertes. Por ejemplo, la pieza Kintsugi hace referencia a la resiliencia. La mayoría de las obras son autobiográficas, y los materiales que elijo surgen como respuesta a la emoción que quiero expresar.
UM: La idea de que “todos tenemos la llave de nuestro corazón” aparece en tus textos. ¿Cómo incorporás ese concepto de apertura o frontera emocional en tus obras? ¿Buscás interpelar al espectador desde esa vulnerabilidad?
— Esa frase forma parte del texto que acompaña la obra Descerrar. Me interesa que el espectador reflexione sobre la libertad que todos tenemos para elegir con quién nos vinculamos y con quién no. Muchas veces sostenemos vínculos dañinos por cumplir mandatos sociales, y la obra invita a cuestionar eso desde la vulnerabilidad.

UM: Dijiste que “la escultura es mi diario”. Esa frase sugiere una práctica cotidiana, casi confesional. ¿Cómo es tu proceso de trabajo desde ese lugar? ¿Qué elegís “anotar” en ese diario de materia y forma?
— Ante emociones y procesos intensos, surge una fuerza interior que me impulsa a crear, transformar y plasmar esos sentimientos en mis esculturas. Me encanta escribir durante el proceso creativo sobre lo que siento y lo que me motiva a seguir. La escritura muchas veces es un disparador que me ayuda a profundizar y evolucionar la idea de la obra.
UM: Escultura y emoción no siempre se asocian tan directamente. Sin embargo, en Latidos hay un cruce potente entre lo visceral, lo afectivo y lo tridimensional. ¿Cómo pensás el formato escultórico como vehículo para una experiencia afectiva?
— La tridimensionalidad permite que el espectador se acerque, toque y se conecte con la obra desde una experiencia más corporal. Eso multiplica la capacidad de transmitir emociones porque no solo se mira, sino que se siente la textura, el peso, el volumen. Para mí, la escultura es el lenguaje perfecto para expresar lo visceral y lo afectivo.
Seguí a la artista en https://www.instagram.com/artepatriciarestuccia/

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